Monterrey, NL.- Todo comenzó con lo que los ha unido siempre: el teatro.

"Yo estaba actuando en 'Petición de mano', de Chéjov, y nos hacía falta la actriz", cuenta Virgilio Leos, quien nació en Monterrey, y a los siete años se mudó con su familia a la Ciudad de México.

"Estábamos con el tiempo comprometido, ensayando en la entonces aula Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y alguien dijo conocer a quien podría interpretar el personaje".


Al día siguiente, Mirna Kora entró por la puerta de actores. Virgilio la vio, y aunque no fue un flechazo a primera vista, surgió una buena amistad.

"En la obra nos toca justamente hacer una pareja de novios, que finalmente se pelean y ya el papá de la novia con tal de que se fuera de la casa con el muchacho, la bendice; bendice a los peleoneros y ya se acaba la historia".


La de Mirna Kora y Virgilio, en la vida real, continuó con varios años de relación amistosa.

De pronto dejaban de verse por sus actividades, pero volvían a coincidir, sobre todo en la
Facultad de Filosofía, en la que ella estudiaba la carrera de arte dramático y Virgilio iba a platicar con sus amigos a la cafetería, porque él cursaba la de arquitectura (que dejó inconclusa) y estudiaba pintura, escultura y grabado en La Esmeralda.

De hecho, por esos amigos se inició en el teatro, ya que lo invitaron a hacer un personaje, le fue imposible decir que no, y como recibió críticas muy positivas, siguió adelante hasta con la condición de actuar siempre y cuando él se encargara de la escenografía.

Mirna Kora y Virgilio fueron parte de la generación fundadora del Centro Universitario de Teatro (CUT), con maestros que revolucionaron la dirección escénica, como Seki Sano, Salvador Novo, André Moreau, Enrique Ruelas y Fernando Wagner.

"Por ese tiempo fue cuando se supone que empezamos a ser novios", ríe Virgilio, hoy de 81 años, alto, de ojos claros, mejillas sonrosadas y cabello blanco.


Divertida, Mirna Kora recuerda que ella se había propuesto no iniciar un noviazgo para dedicarse exclusivamente a las artes, porque también había estudiado en la Academia de la Danza Mexicana.

"Pero resulta que coincidíamos y coincidíamos, ya estaba el destino firmado. Nos escribíamos, nos mandábamos una tarjetita cuando él iba para un lado y yo para otro.

"Luego, ya íbamos juntos con la Compañía de Teatro Universitario. Nos tocaron viajes muy bonitos a Francia y a otras partes de Europa, después de mis giras con la danza, por América, desde arriba hasta la Patagonia. Para mí, así se fue haciendo a un ladito la danza y fue ganando lugar el teatro".


La Compañía, que era la vanguardia en México, cosechó aplausos y premios, uno de ellos en el Festival Mundial de Teatro Universitario, en Nancy, Francia, en 1964, por "Divinas Palabras", de Ramón María del Valle-Inclán, dirigida por Juan Ibáñez.

En esas giras también representaron "Olímpica", de Héctor Azar, con mucho éxito.

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Entre miradas cómplices, o tomándose de la mano al evocar anécdotas de momentos felices, Mirna Kora Leos y Virgilio están sentados uno al lado del otro, en la sala de una casa de estilo norestense, de fachada en blanco y rosa encendido, y de muros altos, con techo de vigas, diseñada por él.

Delgada, de ojos expresivos y cabello castaño a los hombros, Mirna Kora, hoy de 75 años, platica que fue la menor de las dos hijas de Natalia López y José López, y que nació en la Ciudad de México.

Con su voz delicada dice que también se graduó como maestra de educación preescolar en la Escuela Nacional de Educadoras.

Ésa era su vocación desde niña, hasta que en sexto grado de primaria su profesora le pidió presentar un monólogo para el festival del Día de las Madres, y disfrutó tanto la experiencia que, a pesar de su timidez, continuó yendo a cuanto taller de teatro encontraba.

"Cuando me llamaron para hacer 'Petición de Mano', y que conocí a Virgilio, acababa yo de entrar a la facultad. Antes sólo había trabajado en escenarios pequeños, así que me intimidé un poco, pero todo salió bien.

"Él era el simpático, y a mí los simpáticos no me caían para nada. Se me hacía que era muy gratuito que ¡aaah! el chiste y las muchachas acá, ja, ja, ja".

Pero el destino los unió, porque incluso ya de "casi novios", Mirna Kora tuvo la intención de abandonar la danza y el teatro para entrar a un convento, en el que las religiosas se dedicaban a la enseñanza de los más chicos.

"Y en eso llega una carta. ¿De quién sería?", pregunta traviesa Mirna Kora, mientras Virgilio aparenta no saber a quién se refiere. "Me hizo cambiar toditito. Dije, pues no dejo el teatro, me regreso al teatro y desde entonces ya no lo solté.

"Era una llamada fuerte de que algo estaba pasando con nosotros".


"¿Esa carta llevaba monitos?", inquiere Virgilio.

"Sí, para variar, ja, ja, ja. La tengo todavía, y de ahí ya comenzamos a seguir, a seguir. Además, descubrí su delicadeza, su creatividad, su pensamiento agudo, su sentido del humor. Era un galán de los que ya no se usaban ni en ese tiempo, de darme la mano, de abrirme la puerta, no, qué barbaridad. Y sigue igual hasta hoy".

Virgilio comparte que se casaron el 3 de enero de 1966, después de unos 3 años de noviazgo, aunque Mirna Kora aclara que ellos en lugar de años cuentan el tiempo que llevan juntos, por lunas: 770.

"Ya cumplimos las bodas de plata, de oro, y todo eso", agrega, mientras Virgilio dice que el mes pasado celebraron sus primeros 55 años de casados.

"Las razones de nuestro largo matrimonio y feliz matrimonio", interviene él, con su voz modulada, "han sido la admiración que le tengo, el respeto que le tengo, el amor que le tengo a mi Korita adorada, y creo que también lo recibo de parte de ella porque lo siento".

Ese mutuo respeto y admiración se refleja en el escenario, ya sea que actúen juntos, que Virgilio dirija a Mirna Kora o que escriba una obra e invariablemente incluya un personaje para ella, además de los proyectos que desarrollan por separado.

Ambos han actuado en montajes como: "El milagro de San Antonio", "Margarita y el plomero" y "En busca de... momentos".

Él también la ha dirigido en "Paisaje con columpio", "La noche de la iguana", "Ifigenia cruel", "Festival a nuestro propio beneficio" y "Retratos de madre".

"No son tantas obras porque hacemos teatro con bastante conciencia de lo que vamos a presentar. Dos o tres al año cuando mucho. A veces en un año no hacemos ninguna, en fin", detalla Virgilio, quien es licenciado en letras españolas y recién recibió el reconocimiento al Mérito Artístico Colegio Civil 2021.

Precisamente por esa exigencia en lo profesional, aceptan y agradecen las críticas constructivas del otro, y al bajar el telón, de nuevo en casa, vuelven a ser novios y cómplices, con sus altas y sus bajas.

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En 1973, Mirna Kora y Virgilio, el menor de los seis hijos de José Leos y Josefa Garza, decidieron regresar a Monterrey con sus pequeños Rogelio, Talía y Leonardo.

Unos años antes él había venido a Monterrey a impartir un taller de técnica teatral y comprobó con entusiasmo que existía una vibrante actividad artística.

Muy pronto fue maestro fundador del Instituto de Artes, antecesor de la Escuela de Artes Escénicas que más tarde se convirtió en facultad. Intervino también en el grupo Dramas Nuevo León, en la fundación del CEDART y en el Ateneo Teatral, una plataforma de creación escénica, junto con Mirna Kora.

"Por eso siempre hay algo que tenemos que comentar", dice ella. "Oye, que voy a montar una obra, o que voy a dar mis clases, por ejemplo, porque yo trabajo en la preparatoria y en la Facultad de Derecho de la UANL. Entonces sigue siendo mi consultor, mi asesor, mi apoyo".

Para Virgilio, Mirna Kora también lo es, y aunque cada quien realiza actividades en forma independiente, su pasión por las artes los une aún más.

Mirna Kora se ha dedicado a la docencia, tanto en teatro y danza, como en educación inicial, y recibió la Medalla al Mérito Altamirano por 40 años de servicio.

Su hija Talía platica que el ambiente familiar fue muy propicio para que ella y sus hermanos se acercaran a las artes.

Talía es bailarina, artista multidisciplinaria y pedagoga. Rogelio es músico y comunicólogo, y Leonardo combina los negocios con la música y la fotografía.

"Tuvimos la oportunidad de acompañar a nuestros padres en sus actividades artísticas. Mi papá y mi mamá se turnaban para estar con nosotros, y los veíamos en sus presentaciones y ensayos. A veces, la casa se transformaba en escenario o mi papá llegaba de sorpresa a nuestro cuarto por las noches y representaba cuentos creados por él.

"Han sido unos padres muy presentes; unos abuelos amorosos con sus cuatro nietos y, como profesionales, respetan y admiran el trabajo del otro; eso ha fortalecido su carrera y su matrimonio".


Sin embargo, añade que en las obras en las que su papá dirigía a su mamá no había ningún privilegio, al contrario, la exigencia era igual o más que con los otros actores.

"Lo que admiro es que siempre han mantenido la chispa del amor, les gusta ser espontáneos, sacarse a bailar.

"Mi papá es muy romántico, tiene muchos detalles con mi mamá, le manda flores, y ella recibe todo eso con mucho amor y alegría".

Virgilio dice que como todas las parejas, a veces tienen momentos de enojo o tristeza, y más con el encierro por la pandemia, pero tratan de mantener el buen humor.

"Se da uno cuenta de que estuvo mal, se disculpa y se pasa en un instante. Nosotros acostumbramos darnos las buenas noches siempre, si estamos contentos hasta con un besito, y si hay molestia, por lo menos con un whatsapp, ja, ja, ja.

"Nos encanta disfrutar la vida y compartir con los alumnos y amigos, que eso también enriquece la relación, aunque ahorita no se puede".

Otra de las aficiones de Virgilio es cocinar, aunque por problemas de atrofia muscular no puede permanecer mucho tiempo de pie para elaborar los sabrosos platillos que antes hacía.

"Lo importante es que por tantos años nos hemos mantenido siempre cerca", dice Mirna Kora.

Virgilio la toma de la mano.

"Así seguiremos las lunas que Dios disponga", le dice. "Espero que nos deje todavía un buen rato más, por algo nos tiene todavía juntos".